Lo esencial de lo que yo voluntariamente y cuidadosamente preparé fue desde entonces inútil...

Partí con la certeza de que viajaría por un año, la aventura duró tres veces más.

Nunca respeté ni el más simple de los itinerarios que me había fijado ; se auto determinaría y evolucionaría a medida de los encuentros , por definición aleatorios e imprevisibles.

Me compré un pasaje « Vuelta al mundo » válido por un año, del que no logré más que utilizar sólo la primera parte (Bruselas- Nueva York) y reembolsar la segunda parte (Buenos Aires- Auckland).

Me compré la mochila más grande (que la consideraba como unida a mí) para llenarla de todo aquello que se recomienda llevar consigo (bomba de agua, hornillo, botiquín de primeros auxilios- preparada por un amigo médico, ropa de recambio en cantidad para afrontar cualquier condición meteorológica, etc...) Poco a poco la fui liberando de su sobrecarga, luego de varios meses la vendí y me compré una más pequeña.

Y para concluir la mejor de las sopresas : Mientras más largo sea el viaje, menos se gasta...